El rico patrimonio artístico de la antigua Comunidad de Aldeas de Daroca es tan amplio que nos vemos en la obligación de dar unas pequeñas pinceladas y remitir a la página web que desarrolló el CICIC de la Universidad de Zaragoza durante los años 1997 y 1998.
FORTIFICACIONES
El territorio destaca por una rica arquitectura militar erigida para defender la frontera con los musulmanes hasta la conquista de Valencia. Del siglo XII quedan restos del sistema de fortificaciones en el Valle del Jiloca, en el Valle del Huerva y en los valles que desaguan en sendos ríos. De este periodo destacaremos dos hechos históricos que han generado eventos recreacionistas sobre la Batalla de Cutanda y el paso del Cid en la reconquista de estas tierras.
Terminada la reconquista aragonesa, y durante toda la Baja Edad Media, se multiplicarán los conflictos con Castilla. La vida de la raya como se denominaba muchas veces a la frontera entre los reinos de Aragón y Castilla- fue objeto de agrias disputas fronterizas.
La existencia de esta frontera ha dejado la huella en la existencia de castillos, fortalezas y torreones en las tierras del Jiloca y Gallocanta.
Destacan especialmente el conjunto amurallado de Daroca y el impresionante castillo de Peracense. Tampoco se pueden olvidar las torres y fortificaciones de Anento, Báguena, Berrueco, Burbáguena, Langa, Santed, Villahermosa, Cucalón, Lagueruela, Villarreal de Huerva, Huesa del Común, Tornos o Torrecilla del Rebollar. Hay restos en Monforte de Moyuela y Torralba de los Sisones. También en Bueña, del que la historia cuenta que el alcayde se negó a entregar a los invasores castellanos en la guerra de los Pedros, Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla, y en venganza asesinaron a sus hijos.
EL RECINTO AMURALLADO DE DAROCA
Daroca fue fundada por los musulmanes para controlar el Valle del Jiloca gracias a su emplazamiento estratégico y al soporte económico que le confería la rica vega de este río. La ciudad se sitúa entre dos cerros de considerable altura, el de San Cristóbal y el de San Jorge, a cuyos pies transcurre la Rambla Fondonera, actual calle Mayor. Los musulmanes poblaron la ladera del cerro de San Cristóbal, en cuya cima construyeron en el siglo XI una poderosa alcazaba, algunos de cuyos restos pueden contemplarse en el museo de Daroca.
Daroca tuvo una primitiva muralla musulmana de la cual aún quedan restos visibles a mitad de la calle de la Grájera. Sin embargo, el trazado fortificado que ha merecido la calificación de monumento nacional es de época cristiana. El impresionante conjunto amurallado era sostenido económicamente por toda la comarca del Jiloca Medio, que encontró en sus muros una sólida defensa capaz de resistir las peores ofensivas castellanas, como la de Pedro I en 1363, en la que cayó toda la frontera aragonesa. Sus muros y su valor le otorgaron el premio del título de ‘ciudad’, concedido por el rey Pedro IV con motivo de este hecho.
La muralla de tapial, construida en los siglos XIII y XIV, fue reforzada y embellecida durante el siglo XV. Durante esta época se levantaron varios lienzos de sillar, varias hermosas torres y las puertas monumentales. De éstas se conserva perfectamente la Puerta Baja, dotada de su monumentalidad a mitad del siglo XV, y que en 1987-1988 fue restaurada modélicamente. La Puerta Alta fue parcialmente derribada, cubierta de tierra y reconstruida en el siglo XVII en el marco de los trabajos realizados para proteger la comercial calle Mayor -un auténtico barranco- de los aluviones torrenciales.
GÓTICO-MUDEJAR
El gótico y el mudéjar son dos estilos artísticos que han dejado huella en estas dos Comarcas, el gótico sobre todo en las pinturas de los retablos y el mudéjar en las torres de nuestras iglesias.
Desde antiguo hubo en Daroca importantes talleres que llenaron iglesias, casas y palacios de arte mueble como retablos de pintura, ornamentos, esmaltes, piezas de plata … La capilla de los Corporales en Daroca es una de las obras de escultura gótica más originales de Aragón y en el Museo se guarda una de las mejores colecciones de pintura gótica sobre tabla, así como una gran riqueza en orfebrería y ornamentos.
Podemos hacer una ruta por el gótico de la Comarca de Daroca visitando las iglesias y retablos góticos de Cubel, Retascón, Langa del Castillo, Torralbilla, Villarreal de Huerva, Villadoz, Villarroya del Campo, Lechón y Anento.
En la época medieval convivían musulmanes, judíos y cristianos y el arte mudéjar es un reflejo de esa realidad. Los mudéjares eran los musulmanes que se quedaban a vivir en los territorios reconquistados por los cristianos, y entre ellos había expertos albañiles que utilizaban el ladrillo, la madera, la cerámica y el yeso para sus construcciones. El ejemplo más antiguo de construcción mudéjar se encuentra en Daroca, en el ábside de la iglesia de San Juan, del siglo XIII, aunque también tenemos otros ejemplos como la Torre de Santo Domingo, las murallas que rodean a esta ciudad o la casa palacio del Papa Luna, con techos de madera y yeserías, todos ellos son buenos ejemplos del arte mudéjar darocense.
Las torres campanario son los elementos más destacados del arte mudéjar en todo el territorio de ADRI Jiloca Gallocanta, el delicado entrelazado del ladrillo formando figuras geométricas o vegetales transforman estos muros en unos tapices con marcado sello andalusí. Podemos realizar una ruta por las torres campanario de Villar de los Navarros, Herrera de los Navarros, Romanos, Mainar, San Martín del Río, Navarrete del Río y Olalla. La tradición mudéjar pervíve a siglos más tarde en las torres de las iglesias de Valdehorna, Val de San Martín, Báguena, Burbáguena, Lechago, Godos, Ferreruela y Torrijo del Campo.
CASAS SOLARIEGAS
A partir de la floreciente época del Renacimiento, los nobles y ciudadanos de la comarca se aplican a construir palacios y residencias familiares magníficas, dentro de los conjuntos urbanos, de las cuales se conservan numerosos ejemplos todavía hoy en día. En época medieval el fuero de Daroca, que constituía el marco legal en el que discurría la vida de la comarca, había prohibido explícitamente la construcción de palacios, y sólo grandes casas como los Luna, pudieron durante la Baja Edad Media soslayar la normativa.
Se trata de edificios que responden a un modelo clásico en Aragón. Suelen constar de tres plantas. En la planta calle destaca la entrada, característica por su forma arqueada, y en cuya clave se suele disponer el escudo familiar. En ella se sitúan las caballerías y la cocina, estructurada en torno al hogar. La planta segunda está destinada a la residencia familiar, y está por lo general decorada con más cuidado y nobleza. La superior -y, por tanto, menos húmeda- se destina a granero y despensa. La planta tercera destaca por su característica galería de arquillos corridos, en ocasiones enmarcados en alfiz. Por fin, del tejado en dos vertientes sobresale a la calle donde se dispone la entrada principal un alero de madera generoso, a manera de estrecho pórtico, y que, en las casas más nobles destaca por su primorosa decoración.
Algunos de los palacios renacentistas y barrocos más grandes llegaron a poseer el típico patio central de las casas nobles mediterráneas. En la ciudad de Daroca se conserva el palacio de los Luna, el mejor ejemplar de la comarca. Otros palacios destacados situados en la ciudad de Daroca son el de los Terrer de Valenzuela, construido en el primer tercio del siglo XVII, el de los Gil de Bernabé, la Casa Palaciega situada en el nª 120 de la Calle Mayor, donde está la actual casa de la Diputación Provincial de Zaragoza, ambas también del XVII, la medieval residencia de los canónigos -llamada «Casa del Diablo» tras convertirse en residencia del un famoso anticlerical apodado el Diablo Royo -, o la Casa-palacio de los Amor Cruz, del XIX.
Como ejemplo de palacio cívico persisten las Casas de la Comunidad de Daroca, del siglo XVIII, y la Casa de los Soportales, donde se situaba el almudí, construidas el siglo XVII.
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